La búsqueda de inteligencia en la naturaleza y el cosmos

Cerebro Humano

Por: Daniel Medina Guzmán.

Siempre que se ha tratado de destacar algún rasgo esencial en el ser humano, casi la totalidad de los entendidos han coincidido unánimemente en que la inteligencia es el componente único y exclusivo que distingue al ser humano del resto de los organismos existentes en el mundo. Esta inteligencia es conceptualizada mayormente como una capacidad de raciocinio, análisis y discernimiento que no cualquier otra especie de la naturaleza puede desarrollar, argumentando que el resto de seres solo pueden poseer instintos o comportamientos programados. Esta visión altamente antropocentrista y mecanicista de la inteligencia no siempre deja cabida para abrir y explorar la posibilidad de que otras especies también puedan gozar de esta virtud, tanto a nivel de los vivientes que existen dentro de nuestro planeta Tierra, como también, incluso, de aquellos de los que posiblemente estemos rodeados en el cosmos. ¿Qué es lo que nos hace pensar que el ser humano es el único ser inteligente? ¿Existen otras especies con inteligencia? ¿Cómo definimos la inteligencia? ¿Qué rasgos hacen que un ser sea catalogado como inteligente? La búsqueda de vida inteligente en el universo nos plantea el reto de abrir justamente nuestras mentes e ir más allá de los límites conocidos, ya que como bien se va descubriendo, muchos de los actuales estudios en neurociencias van corroborando aquello que intuitivamente sabíamos desde siempre: que muchas de las especies animales, mamíferos, aves, e incluso algunas especies de cefalópodos e insectos, poseen los mismos sustratos anatómicos, fisiológicos y bioquímicos para desarrollar una conciencia igual a la humana (según la Declaración de la Conciencia de Cambridge del 07 de julio del 2012). Dicha declaración nos permite inferir, que, si gran parte de los grupos biológicos terrestres comparten los mismos componentes para elaborar conciencia, del mismo modo podría también afirmarse que todos ellos tendrían elementos anejos y agregados a ella, como por ejemplo, la inteligencia. Esta premisa nos lleva a la cautivadora posibilidad de considerar que, así como existe más de una especie inteligente y consciente en nuestro planeta, también otras formas de vida podrían contener en sí mismas una inteligencia propiamente dicha, similar, superior o inferior a la especie humana. Todo este razonamiento no quiere sino irnos recordando que todo aquello que nos fue dado desde el primer instante de La Creación, fue dado también de manera sabia a muchos otros vivientes de la Tierra, y quizás, incluso, a aquellos otros que estamos esperando descubrir o encontrar en el espacio remoto. Las investigaciones actuales van poco a poco certificando nuestros antiguos y ancestrales conocimientos sobre el hecho de que todo fue creado con sabiduría divina, y por qué no decirlo también, con inteligencia. Considerar que la especie humana es la única inteligente, es un paradigma que nos puede estar limitando en la búsqueda de vida en otros mundos, y que probablemente, ya no es el más idóneo para la exploración consciente de un universo infinito y lleno de posibilidades.

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