Alcance de la Bioética

Por , 5 diciembre, 2017 20:40

La bioética no sólo trata las cuestiones morales en el ámbito de la biomedicina,  sino que además incluye:  cuestiones epistemológicas: modelos explicativos sobre la conducta humana  (p.ej. debate entre el determinismo biológico y la influencia ambiental),  metáforas y modelos sobre el papel de los genes, etc. Cuestiones ontológicas (estatuto de lo humano al comienzo y al final de la  vida; estado vegetativo persistente; relación entre la dotación genética y la identidad del individuo, etc.).

La bioética se desarrolla en el contexto de una sociedad pluralista, ajena a los  grandes relatos unificadores de tipo religioso o ideológico. Por lo tanto, la  bioética es una ética civil que se sustenta en la racionalidad humana  secularizada, capaz de ser compartida por todos, en un terreno filosófico  neutro. Como dice Marciano Vidal (1989) “más allá de un ordenamiento jurídico y deontológico, y más acá de las convicciones religiosas”. Es una ética laica, racional, que formula la dimensión moral de la vida  humana en cuanto ésta tiene de repercusión para la convivencia ciudadana  en general. Pero con la consciencia de las limitaciones de la razón, es
decir, evitando el racionalismo ingenuo.
Es una ética pluralista: acepta la diversidad de enfoques, desde los que  se intenta construir un acuerdo moral en una unidad superior.
Es una ética “mínima” (Adela Cortina), es decir, el mínimo común  denominador moral de una sociedad pluralista, que garantiza al mismo  tiempo la diversidad de proyectos humanos (culturales, religiosos, etc.).
En esta línea se situarían igualmente los intentos del teólogo Hans Küng  de una Ética Mundial por medio del diálogo de las distintas religiones,  que pudiera llegar a unos acuerdos sobre valores y fines vinculantes. En cuanto ética mínima, no puede aspirar a ser totalizadora, y por lo tanto no se identifica con la visión de ninguna religión, que plantea  cosmovisiones opcionales. En cuanto ética común, sus contenidos no pueden depender de simples preferencias personales, sino que reflejarían cierto grado de consenso social derivado de la racionalidad.
Sus contenidos se van descubriendo tras evaluación y discusión crítica, por sucesivas convergencias surgidas de la común racionalidad humana. Se trata, pues, de una ética dinámica y enraizada en la historia, que acepta moverse provisionalmente en la duda y en la perplejidad, pero que avanza  hacia niveles cada vez mayores de búsqueda del bien y de la justicia para toda la humanidad, contrastando sus conclusiones continuamente con la realidad de cada momento y de cada cultura.

En resumen, la actual bioética pretende ser universal, alejada de los puros convencionalismos o preferencias personales, consciente de las limitaciones de la razón humana y atenta a los contextos culturales concretos.

Los “casos” en bioética

Por , 5 diciembre, 2017 20:26

Un aspecto muy importante en el reciente desarrollo de la Bioética es el del estudio y análisis de casos clínicos. Como se sabe, la Moral Católica dio una gran relevancia a ese estudio, convirtiéndose en una “Moral de casos”, algo que precisamente se difuminó coincidiendo con el gran impulso de la Bioética.

En el desarrollo de la Bioética en Estados Unidos se ha dado un gran relieve al estudio de casos, desarrollándose incluso, por parte del citado Jonsen, un modelo ético calificado como casuismo, que ha conferido especial valor a ciertos casos que poseen un valor paradigmático y que pueden marcar unas directrices éticas y jurídicas que sean aplicables a otras situaciones similares. Es una forma de proceder que guarda relación con el modelo jurídico de aquel país, muy dependiente de la jurisprudencia de los Tribunales, de las  respuestas jurídicas ante situaciones concretas. Un ejemplo puede ser el famoso caso de Karen A. Quinlan, antes citado, que no sólo ha sentado jurisprudencia sino que sirve de paradigma ético ante situaciones similares, en que se aplican terapias extraordinarias o desproporcionadas para mantener en vida a un paciente terminal. Así, la Bioética estadounidense ha desarrollado una serie de modelos para estudiar los casos clínicos que se plantean. El análisis de casos forma parte muy importante en el desarrollo de la actual Bioética. Para ello, un aspecto previo básico es el conocimiento del mayor número de datos que afectan a cada situación concreta.

Se ha afirmado que “Good Ethics, after all, begins with good facts”; “la buena ética, después de todo, comienza con buenos datos”. Como consecuencia, el estudio de las historias clínicas juega un papel muy importante. Se han desarrollado diversas metodologías que ayudan a estudiar de forma pormenorizada las diferentes circunstancias presentes en cada situación, en dónde se sitúan los conflictos éticos y qué respuesta permite salvar mejor los principios éticos implicados, así como las opciones éticas de las personas afectadas. Este estudio de casos es también un cauce muy importante en las respuestas ante los dilemas bioéticos existentes

El Doble Nacimiento de la bioética

Por , 5 diciembre, 2017 20:21

Como ha escrito W. T. Reich, existe una cierta discusión sobre la paternidad de la palabra Bioética. Después de un estudio pormenorizado, llega a la conclusión de que fue efectivamente Potter el que primero utilizó el nuevo término, pero que debe reconocerse también a André Hellegers, obstetra holandés que trabajaba en la Universidad de Georgetown, una forma de paternidad en la introducción del neologismo.

Unos seis meses después de la aparición del libro de Potter, Hellegers utiliza ese término para dar nombre al centro Joseph and Rose Kennedy Institute for the Study of Human Reproduction and Bioethics en la citada Universidad de Washington, D. C., que será el primer centro universitario dedicado a la Bioética existente en USA y que fue creado el 1 de julio de 1971. Reich afirma que se puede hablar de un bilocated birth, de un nacimiento en dos lugares, de la Bioética, en Madison, Wisconsin, y en el centro universitario de los jesuitas en Georgetown.

 

Ese doble lugar del nacimiento de la Bioética tiene su especial relevancia por el hecho de que, aunque debe reconocerse a Potter el origen del término, sin embargo dio a aquélla un contenido distinto del que le ha correspondido en su desarrollo ulterior. Para el cancerólogo de Madison, el término Bioética tenía un sentido ambiental y evolucionista: “Como una nueva disciplina que combina el conocimiento biológico con un conocimiento de los sistemas de valores humanos… Elegí bio para representar el conocimiento biológico, la ciencia de los sistemas vivos; y elegí -ethics para representar el conocimiento de los sistemas de valores humanos”. Potter aspiraba a crear una disciplina que fuese como un puente –término del título de su libro– entre dos culturas, la de las ciencias y la de las humanidades, que aparecían en su tiempo ampliamente distanciadas. Su preocupación era la supervivencia, tanto de la especie humana como de las culturas creadas por el hombre. Su objetivo era crear un medio ambiente óptimo en el que pudiera realizarse una óptima adaptación del ser humano al mismo ambiente. Por eso afirmaba que el objetivo último de la nueva disciplina era “no sólo enriquecer las vidas humanas sino prolongar la supervivencia de la especie humana en una forma aceptable de sociedad”.

Fue gran mérito de Potter escribir su libro en 1971 –antes, por tanto, de esos dos grandes tensiones, sobre la crisis medioambiental que fueron la conferencia Mundial sobre medioambiente, Estocolmo 1972, y el famoso informe Meadows de 1972 sobre “los límites del crecimiento”. La visión de la Bioética que imaginó Potter era antropocéntrica –centrada en la supervivencia humana– más que biocéntrica –en torno a la supervivencia de toda la biosfera. Éste es, según Reich, “el legado de Potter”.

Sin embargo, el ulterior y floreciente desarrollo de la Bioética iba a seguir los cauces que provienen del “legado de Hellegers”. El obstetra holandés entendió su papel como el de la partera que sacaba a luz la nueva disciplina, no tanto a través de grandes publicaciones, sino estimulando el diálogo mediante conversaciones y escritos. Entendió su misión también como un puente: “una persona puente entre la medicina y la filosofía y la ética”, suscitando el interés de los profesionales de la ética en los problemas biológicos. De esta forma creó el primer centro universitario dedicado a esta nueva disciplina. Este “legado de Hellegers” es el que se ha impuesto en los últimos 30 años viniendo a ser un revitalizado estudio de la ética médica.

Potter expresó su decepción por el curso que ha seguido la Bioética; reconoció la importancia de la línea impuesta desde Georgetown, pero afirmó que “mi propia visión de la Bioética exige una visión mucho más amplia”. Pretendía que la Bioética fuese una combinación de conocimiento científico y filosófico y no solamente una rama de la ética aplicada. De hecho, Potter prefiere utilizar después el término de ética global para referirse a la disciplina que calificó como Bioética en 1970-1971

La BIOÉTICA, como disciplina Y como movimiento

Por , 5 diciembre, 2017 19:47

Después de 45 años de bioética, que han sido años muy ricos de intentos y búsquedas.. HOY, se podría decir que la bioética es una DISCIPLINA, y en eso ,se sigue construyendo su estatuto epistemológico y también,  quizás ,su objeto de estudio.

En esta visión,  podemos ubicar, las bioéticas clínicas, también, los temas clásicos de ética médica y los nuevos temas en medicina, etc..

Pero también, la bioética es MOVIMIENTO, un programa de trabajo.  El Dr. Cechetto diría un  “programa de reforma social” , allí debemos colocar todas las bioéticas sociales, ambientales , políticas, etc.

LO IMPORTANTE, es que no deben oponerse, ni excluirse, ni pelearse, no son dos hermanas, sino una única persona, una misma bioética en su doble nacimiento… que tiene distintas tareas, siendo la misma, por su coraje, resistencia y audacia para que la vida sea mejor vida.

 

ESTE BLOG,  parte de esta concepción única de la  bioética, y por eso, incluye en sus paginas,temas de la bioética como disciplina y también hay espacio para la bioética, como  programa.

Ningún aporte, es más importante que otro, ningún planteo se opone a otro, tampoco se elige uno sobre otro. Lo único que no se acepta es que la bioética, no sea comprometida.