Álvaro Bastida Freixedo llevaba veinte años ejerciendo la profesión de cirujano odontólogo en Vigo hasta que un día, la piedra de toque que siempre le ha guiado –la búsqueda de eficiencia- le convirtió en uno de los jóvenes especialistas en implantología más innovadores del momento. El sistema pionero que desarrolla, al que patentó como Filo, ya es demandado por sus colegas de cuatro continentes que aprenden y ensayan su técnica en un aula de formación en Ourense, la primera que se crea en España de estas características.
Para este odontólogo, la cirugía moderna en implantología dental debe tender hacia intervenciones mínimamente invasivas, porque son menos cruentas y mucho más cómodas para los pacientes, tanto durante la intervención como en el postoperatorio. Ya en su época de estudiante, Bastida se sumergió en los trabajos pioneros en este campo de varios reconocidos implantólogos europeos que triunfaron en las décadas de los sesenta y setenta, como Stephano Tramonte, Dino Garbaccio o Ernst Bauer, y de ahí surgió su interés por la búsqueda de un implante diferente, de una sola pieza, evitando el bisturí y los puntos de sutura, hasta que lo logró.
Poco a poco fue desarrollando su propia técnica e incorporando nuevos protocolos de planificación de cirugía, en la que el TAC digital es fundamental, y diseñando a la vez instrumental específico y de prótesis (que fabrica para él una firma suiza), lo que garantiza que el paciente tenga piezas dentales en todo momento del tratamiento. Además, añadió técnicas avanzadas como la implantación en zona pterigoidea y elevación de seno maxilar, ambas con abordajes mínimamente invasivos que son los elementos esenciales que definen el sistema Filo.
“Lo bauticé con un acrónimo formado por las iniciales de los nombres en inglés de los principios técnicos en los que se basa: Flapless (cirugía sin bisturí ni sutura); Inmediate Loading (dientes desde el primer día) y One-piece (uso de implantes de una pieza). Hoy día resuelvo todos mis casos clínicos con este enfoque”, explica Álvaro Bastida.
En la búsqueda de la eficiencia, un principio esencial que también transmite a sus colegas y alumnos, el padre de Filo se formuló tres preguntas antes de aprobar su propia técnica, frente a otros procedimientos de manual: ¿Es más seguro obteniendo buenos resultados? ¿Es más simple en cuanto a los pasos y el instrumental necesario? ¿Es más breve en el tiempo requerido? Las respuestas fueron afirmativas.
“A mi juicio son tres los criterios en los que se basa la técnica que he patentado: seguridad, simplicidad y brevedad. He intentado aplicarlos a lo largo de mis más de veinte años de experiencia con implantes dentales, siempre con la vista puesta en ofrecer el mejor servicio al paciente. El resultado de este largo proceso de decantación es el sistema Filo, una implantología en busca de la eficiencia.
A raíz de publicar algunos casos clínicos le llovieron las invitaciones para asistir a congresos internacionales de implantología. La respuesta de los colegas fue sorprendente, ya que vieron en el sistema Filo una alternativa en la vanguardia de esta especialidad y, a partir de entonces, Bastida imparte cursos y conferencias en diferentes países, además de España, como Alemania, Austria, Turquía, Lituania, Dubai o Taiwan. “Compartir experiencias y conocimientos con colegas de países y culturas tan diferentes es sumamente interesante y enriquecedor, su respuesta me motiva mucho”, comenta.
En uno de sus cursos prácticos que le llevó a Estambul, Álvaro Bastida recuerda que había colegas no sólo turcos, sino también de lugares tan distantes como India, China, norte de África e incluso de Tanzania. Todos ellos habían asistido de oyentes a una ponencia que meses antes había presentado en Colonia (Alemania), en el seno de la IDS, una importante feria del sector dental. “Aquello me abrumó, porque cuando te das cuenta de que hay compañeros de profesión dispuestos a viajar miles de kilómetros para formarse contigo te entra un sentimiento de enorme responsabilidad. Tienes que darles lo mejor de ti para que su esfuerzo les merezca la pena”, explica.
En 2015, surgió la idea de fundar su propia aula de formación por donde ya han pasado, además de dentistas españoles, colegas de América y Asia. “Muchos doctores, tras asistir a mis cursos y conferencias, solicitaban algo más, querían ver en directo cómo planifico, opero y resuelvo la parte protética en casos reales”, argumenta Bastida.
El aula está conectada mediante circuito cerrado de televisión con un quirófano para retransmitir las intervenciones en directo. De esa forma los cursillistas pueden aprender la teoría y la práctica aplicada en un paciente en tiempo real. Allí trabajan con las técnicas diferenciales del sistema FILO, implantes monobloque, que a diferencia de los habituales de dos piezas, son macizos, no tienen juntas de conexión ni tornillos internos, lo que les hace muy resistentes.
Esta implantología mínimamente invasiva tiene unos requerimientos técnicos especiales, por lo que Bastida también desarrolló un juego de instrumentos específico para su patente. “La empresa suiza que suministra los implantes fue muy receptiva a mis ideas y fabrica este conjunto de instrumentos para mí y mis alumnos”, subraya el odontólogo, que también diseñó unos compactadores óseos que permiten una preparación muy conservadora y atraumática del lecho del implante en el hueso.
Bastida defiende que “la implantología genera mayor calidad de vida y esta a su vez, mayor cantidad de vida”. Asegura que nunca es tarde para poner implantes dentales y que a partir de los 18 años ya se pueden hacer estos tratamientos. “Ese viejo sueño de tener una nueva generación de dientes ya es posible. Los pacientes jóvenes, que todavía conservan la mayor parte de sus dientes, buscan recuperar la estética reponiendo con implantes las piezas perdidas, sin alterar ni desgastar los adyacentes. Y las personas mayores buscan, sobre todo, recuperar la función masticatoria y son las que más se benefician, no solo al comer, también al hablar; se sienten más seguros en su vida social”, infiere.