Nuevos tejidos en busca de una plena inclusión

Por , 9 agosto, 2017 15:08

08/08/2017

En el marco de un convenio entre el IVC porteño y la FADU-UBA, tres jóvenes estudios proyectaron soluciones arquitectónicas y urbanas para los barrios Villa 20, Rodrigo Bueno y Playón Chacarita.

Nuevos tejidos en busca de una plena inclusión
VISTA. En blanco se ven los nuevos volúmenes, que se contraponen con las filas en gris.
Dardo Villafañe

La “Villa 20” de Soldati, el barrio Rodrigo Bueno -en la Costanera Sur- y el Playón Fraga de Chacarita, son tres de los 25 conglomerados de emergencia de la CABA que pronto pasarán a ser parte del tejido urbano. Este vínculo va tomando forma a partir de un ambicioso plan de integración socio urbana del que participan arquitectos y urbanistas junto a equipos multidisciplinarios, autoridades y habitantes de los barrios a intervenir.

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MAQUETA. Prototipo de vivienda a desarrollar en los predios vacantes de la actual Villa 20.

A través de un intercambio participativo que hoy continúa, los tres anteproyectos fueron elaborados por los estudios Béccar Varela-Amorín, ATV y Monoblock, cuyos integrantes son egresados y profesores de la FADU-UBA. Bajo la coordinación del arquitecto Daniel Becker, los jóvenes profesionales trabajaron bajo un “paraguas” programático elaborado a partir de un convenio de asistencia técnica entre el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) y la Facultad.

Sumados los tres casos, la intervención alcanza 40 manzanas e incluye la construcción de 3.000 viviendas nuevas y la reformulación de otras existentes, más la apertura de calles y el desarrollo de una completa infraestructura de servicios básicos y complementarios. Según Federico Azubel, autor del anteproyecto para la Rodrigo Bueno desde el estudio ATV, “no se trata de intervenciones aisladas. Si bien cada estudio hizo su anteproyecto, se trabajaron los criterios proyectuales desde la FADU como un solo equipo y bajo el germen inicial propuesto por el IVC, que ahora continúa con el desarrollo de las ideas iniciales. Por eso nos gusta más hablar de un proceso que de un proyecto”.

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ESPACIO VERDE. Nuevos patios pulmón de 17 x 17 metros libres de base mejoran las características de asoleamiento e iluminación.

Para el arquitecto Mario Boscoboinik -director general de Proyectos del IVC-, “desde el Instituto respetamos el núcleo duro de las propuestas -sólo se hicieron agregados y cambios en parte de las alturas-, que se caracterizan por una arquitectura bien barrial”. Por su parte, el arquitecto Pedro Caride -subsecretario de Proyectos y Obras del IVC-, “la idea es integrar la villa a la ciudad en forma plena a partir de una visión integral, que no sólo implique una mejora estética y funcional sino también reconocimiento social, presencia integral del Estado y mejoras en la capacitación y la empleabilidad”.

En este sentido, Boscoboinik remarca que este “gran proyecto conjunto genera ‘más ciudad’, con manzanas con bordes, acera, cordón, puertas cada 20 o 30 metros y espacios públicos. Además, la integración no sólo se da por la reconfiguración de la trama urbana sino también por la conexión de los barrios a la red de transporte público. Como obra complementaria, en cada barrio se proyectan tres grandes espacios de 1.600 m2 cuyo destino serán “foros de cultura” destinado al desarrollo de actividades productivas y culturales identificadas con sus habitantes.

De los tres proyectos, el más avanzado es la Villa 20, que alberga a 9.200 familias (28.500 personas) distribuidas en 32 manzanas, incluido el predio conocido como Papa Francisco. La obra se conforma a partir de seis etapas que incluye la construcción de 1.700 viviendas nuevas (de planta baja y tres pisos), la recuperación de otras 2.900 y la instalación de las redes troncales de servicios básicos. “Nuestra propuesta se basó en un masterplan existente -señala Matías Beccar Varela, autor del nuevo anteproyecto -, de modo que pensamos en la reformulación de aspectos puntuales, como la inclusión de nuevas plazas de carácter cívico con programa edilicio de equipamiento institucional, nuevas materialidades y nuevas escalas consorciales”.

Con el objetivo de integrarlo más cabalmente con el resto de la ciudad, el estudio proyectó nueve bloques con patios centrales que reemplazan el anterior sistema de pabellones alargados por un amanzanamiento con tejido más típicamente urbano. “Tanto la iluminación como el asoleamiento -destaca Beccar Varela- se mejoraron por las características de los nuevos patios-pulmón, de 17×17 metros libres de base cada uno. Este esquema es el que se tomó de la propuesta del concurso”.

Además de evitar las construcciones en altura, el partido arquitectónico adoptado aprovechó el suelo disponible para agregar mucho espacio público y la apertura de patios.

“Los autores ofrecieron una propuesta muy superadora del proyecto original -señala Caride-, que se caracterizaba por contener aspectos reiterativos y anodinos, típicos de proyectos basados en sistemas de construcción rápida”. Daniel Becker agrega que “este anteproyecto para la Villa 20 se caracteriza por una combinación de materialidades, de modo que ni todo es blanco ni todo es negro, con espacio público que, además de apertura de calles, incluye un sistema de plazas, plazoletas y parques”.

El el marco del proyecto, un capítulo aparte merece el predio de 12 hectáreas que, hasta su desalojo, ocupó la llamada Villa Papa Francisco. Ese lote, antiguamente ocupado por un depósito de chatarra automotriz, tenía un altísimo nivel de contaminación , a punto de tornalarlo inhabitable. Para rehabilitar esa parecela e incorporarla al proyecto, la Agencia de Protección Ambiental del GCBA realizó un trabajó de remediación y posterior sellado de ese suelo que duró seis meses.

El Barrio Rodrigo Bueno tiene dos condiciones de borde: con la Reserva Ecológica hacia el Norte y con un canal, hacia el sur, donde en la actualidad hay establecidas viviendas sobre palafitos. “El punto de partida consistió en liberar el borde del canal para formar un humedal que funcione como paseo público, integrando el barrio tanto a la reserva como a la ciudad”, explica Caride.

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El barrio se implanta en un “apéndice” de la Costenera Sur, a metros de la Reserva.

Según Federico Azubel, “en un principio se generaban 288 viviendas para darle habitabilidad ambiental a lo existente. Pero estudios de Acumar permitieron detectar un área central del barrio que estaba por debajo de la cota de inundación. La revisión del programa permitió llegar casi a 600 viviendas nuevas más el esponjamiento sobre lo existente”.

Al norte de esta “lengua o apéndice”, se generó una plaza pública en donde se alojará actividades comerciales y un centro cultural. Para los edificios (de planta baja y tres pisos), se propuso mucho ladrillo visto, logrando una materialidad de noble envejecimiento. “Un punto interesante que surgió del proceso participativo fue la necesidad de ubicar en planta baja viviendas para la gente con movilidad reducida -explica la arquitecta Luisa Pastor Merlo, jefa del Departamento de Proyectos-. Estas viviendas se alternan con la presencia de un zócalo comercial”. Cuidadas orientaciones, buenas vistas, huertas comunitarias y equipamiento sustentable (como calefones solares), también forman parte de la propuesta.

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APROVECHAMIENTO La disponibilidad de suelo en Villa 20 permitió construir edificios en altura y agregar mucho espacio público.

Parte de la ciudad Los lineamientos definitivos del proyecto para el Barrio Playón Chacarita -cuyo anteproyecto fue obra del estudio Monoblock-, más conocido como Villa Fraga, todavía están en debate. “Desde el punto de vista urbano -explica Adrián Russo, de Monoblock-, nuestro anteproyecto pretendía una integración con el tejido y un “cero” público y poroso, a partir de la continuidad de la Avenida Triunvirato hasta la Avenida Lacroze. Con respecto a su arquitectura, pensamos una imagen de conjunto a partir de materiales tradicionales (ladrillo visto), que en su nobleza permiten muy bajo mantenimiento y perdurabilidad”.

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BARRIO FRAGA. El barrio ubicado en Chacarita se caracteriza por su sobre población y falta de lotes disponibles.

A diferencia de Villa 20 y el barrio Rodrigo Bueno, las cuatro manzanas que conforman el Barrio Playón Chacarita están sobresaturadas y con poco suelo disponible, además de ser un tejido consolidado, con alturas y características definidas. Esta falta de tierra está dando por resultado un debate sobre la propuesta de los futuros edificios, que podrán ser de cuatro u ocho pisos.

En este sentido, el arquitecto Maximiliano Alvarez, asesor del proyecto desde el IVC, destaca que parte de las plantas bajas serán ocupada por locales comerciales. “Esto es importante porque su alquiler por parte de los futuros consorcistas irá al pago de expensas, ya que por su altura estos edificios requerirán de ascensores, generando costos adicionales”.

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ALTURA. En principio, el Barrio Fraga contaría con construcciones más altas, debido a la falta de tierra disponible.

Para Daniel Becker, “es interesante que el proyecto general se parece mucho a Buenos Aires, con una línea municipal, zócalo tradicional y alturas razonables que incluyen balcones. La propuesta también mejora la partición interna de la manzana, generando patios y espacio público y semipúblico, escalas proporcionalmente razonables y un equilibro entre llenos y vacíos”.

Según Luis Méndez, gerente operativo de proyectos del IVC, “hay que destacar los relevamientos permanentes a partir de criterios de ambientabilidad, inundabilidad y descompresión de la población. También incluimos asesorías tutelares y técnicas, la educación y la capacitación”. Con las obras de la Villa 20 en marcha, desde el IVC prevén que Rodrigo Bueno y Fraga comenzarán hacia fines de año o principios de 2018.

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